El carcinoma de páncreas (CP) es una enfermedad neoplásica letal al corto plazo dentro de los distintos tipos de carcinomas. En países desarrollados la supervivencia estimada no supera el 5 a 7% a 5 años de seguimiento. Pese a los diversos intentos para mejorar la supervivencia de estos pacientes, los logros y el impacto real hasta el momento actual han sido mínimos si se los compara con los éxitos en el tratamiento de otros cánceres. Cifras de EE.UU. demuestran que la supervivencia a 5 años en estos pacientes fue del 3% para el periodo de 1975 a 1977 y que para el periodo de 2004 a 2010 estas cifras solamente alcanzaron el 7%.Además, la incidencia y la mortalidad del CP han tenido un incremento sostenido en el tiempo. En los EE.UU., en el 2015 el número de casos nuevos fue de 48,960 y la cifra estimada de defunciones en el mismo año fue de 40,5601. En Latinoamérica desafortunadamente no hay estadísticas confiables en este aspecto, sin embargo existen algunos datos interesantes. Por ejemplo, en Chile la incidencia anual estimada de esta neoplasia es de 5.5 casos por 100,000 hombres y de 4.9 casos por 100,000 mujeres. La mortalidad por esta causa alcanzó en el 2012 aproximadamente 1,200 muertes, con una tasa de mortalidad de 5.8 por 100,000 habitantes hombres y de 5.6 por 100,000 habitantes mujeres. Si bien estas cifras posicionan al CP en el decimotercer lugar de incidencia para los hombres y el undécimo para las mujeres en Chile, la mortalidad específica por esta neoplasia corresponde al quinto lugar para ambos sexos2. La mayoría de los casos y muertes por esta enfermedad se presentan en pacientes mayores de 50 años. En Argentina3, la incidencia estimada de CP en el 2012 fue de 4.8 por 100,000 hombres3,4 y de 3.5% en mujeres. Dentro de la clasificación anatomopatológica4 de los tumores malignos del páncreas, del 85 al 90% son adenocarcinomas, que son los tumores a los cuales se hace referencia en este consenso. En el CP no existe un método de screening validado y, además, por su ubicación anatómica retroperitoneal esta enfermedad habitualmente da pocos e inespecíficos síntomas de forma precoz; aproximadamente en el 50% de las veces esta neoplasia es detectada cuando la enfermedad ya presenta metástasis a distancia y en el 30% de los casos cuando tiene un compromiso vascular significativo que lo hace irresecable5,6. Es decir, en etapas técnicamente incurables o al menos con mínimas posibilidades de lograr una recuperación total. Dado el elevado potencial metastásico de este tumor, solo el 20% de los pacientes pueden llegar a ser sometidos a cirugía con intento curativo y, lamentablemente, muy pocos (entre el 10 y el 20%), sobrevivirán más de 5 años.